Por las elecciones en Estados Unidos, la negociación de un nuevo programa con el FMI deberá esperar hasta 2025

La delegación que lidera el ministro de Economía Luis Caputo mantuvo reuniones informales con el staff del Fondo y la Secretaría del Tesoro, adonde quedó en evidencia que los comicios presidenciales influyen en la agenda del organismo multilateral de crédito.

En una van oficial negra, Luis Caputo, Pablo Quirno, Santiago Bausilli, José Luis Daza y Vladimir Werning recorren las calles de DC para mantener reuniones en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Secretaría del Tesoro con el objetivo de diseñar un acuerdo de largo plazo que permita aumentar las reservas y abrir el cepo cambiario.

El equipo liderado por Caputo escuchó predisposición en los despachos del poder que definen los acuerdos con los países deudores, pero además asumió que la maquinaria política-institucional de Washington ya está en standby hasta que se conozcan los resultados de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.

La vicepresidenta demócrata Kamala Harris enfrenta al republicano Donald Trump, que intenta regresar al Salón Oval. Harris y Trump están en empate técnico, y la incertidumbre política es un virus de otoño que afecta a las 20 manzanas que rodean a la Casa Blanca.

En estas reuniones anuales del FMI, existe un sólo tema por encima de la economía global: quién sucederá a Joe Biden.

Con la incertidumbre política que hay en Estados Unidos a causa del resultado electoral, aunque existiera la necesidad económica o la decisión presidencial, Argentina no tendría una sola posibilidad de lograr el nuevo acuerdo con el FMI durante 2024.

Los plazos no dan, y la voluntad de demócratas y republicanos estará signada por la cantidad de delegados que tendrán Harris y Trump en la mañana del 6 de noviembre.

Durante los encuentros informales de ayer, Caputo y su delegación explicaron a los interlocutores en DC que pueden cumplir ciertas metas ajustadas a la actual situación política y económica de la Argentina, pero a continuación añadieron que no abrirán el cepo financiero hasta no tener suficientes reservas en el Banco Central.

Se trata de un razonamiento técnico que Javier Milei y Caputo defenderán a rajatabla al momento de negociar un nuevo acuerdo con el FMI.

Esta mirada de la economía nacional y el plan de ajuste que exhibe el Presidente y su ministro de Economía explican determinados comentarios y reuniones que protagonizaron (y van a protagonizar) Caputo, Bausili -titular del Banco Central- y Quirno, secretario de Finanzas, durante estos días en la reunión anual del FMI.

MIlei quiere abrir el cepo cuanto antes, y frente a un planteo directo que hizo a la Casa Blanca para obtener las reservas necesarias, los consejeros más cercanos a Biden explicaron que “todo lleva su tiempo”. Una respuesta que activó el espíritu de sobrevivencia política del Presidente.

En este contexto, Milei soslayó su propio corset ideológico y se puso a negociar la prórroga del swap con China. Xi Jinping, que busca plegamientos geopolíticos a largo plazo, dijo que sí al presidente y lo invitó a Beijing.

La decisión política de satisfacer la necesidad de reservas a través de China, encendió luces amarillas en el Salón Oval, la Secretaría del Tesoro y el Departamento de Estado. Y por eso este asunto sobrevoló durante las distintas conversaciones que mantuvieron Caputo y los integrantes de la delegación oficial con funcionarios que responden a Georgieva y Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos.

MIlei ha dicho que su alianza con Estados Unidos excede el nombre y el partido político que triunfe en los comicios presidenciales. Sin embargo, el jefe de Estado se inclina a favor de Trump, que conoció hace pocos meses en Maryland. Esta decisión personal de Milei actúa como una letanía en Washington, cuando Caputo y su comitiva preguntaron a los funcionarios de elite del FMI sobre los posibles resultados del próximo 6 de noviembre.

Trump puede ganar y beneficiar a Milei en su negociación cotidiana con el Fondo. También puede vencer Harris, que habla con Georgieva y Yanet, piezas clave en la negociación de un posible acuerdo Argentina-FMI.

Sin embargo, en ambos casos, Harris y Trump no pueden acelerar los tiempos institucionales. El FMI tiene disposiciones internas que prescriben procedimientos administrativos, plazos, montos de desembolso y metas a cumplir. Y no hay forma de alinear esta hoja de ruta hasta la aprobación del nuevo acuerdo, en las escasas semanas que van del 5 noviembre al 31 de diciembre.

No solo que en esas ocho semanas están los recesos de Navidad y Fin de Año, sino que además la futura administración -Harris o Trump- debe designar a los nuevos funcionarios -en el FMI y el Tesoro-, que recién llegarían a sus puestos en marzo.

Descartada la posibilidad de un acuerdo hasta 2025, Caputo podría regresar a Buenos Aires sabiendo que tiene aprobadas las dos últimas revisiones del acuerdo que heredó del gobierno peronista y que los desembolsos respectivos (un poco más de 1.000 millones de dólares) se girarían de una sola vez en noviembre.

Desde esta perspectiva, si Milei y Caputo quieren fortalecer las reservas para liberar el cepo en 2025, la variable más rápida será la conexión china o lograr un REPO con inversores extranjeros que ya operan en la Argentina.