En la madrugada de este jueves, un avión Boeing 767-300 de la empresa Omni Air International aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza con diez argentinos deportados de Estados Unidos. La aeronave, alquilada por el gobierno de Donald Trump para el traslado de migrantes expulsados, había hecho previamente escalas en Bogotá y Belo Horizonte antes de llegar a Buenos Aires.
El arribo se produjo poco después de las 3 de la mañana en la terminal privada, donde familiares aguardaban a los deportados. El operativo se manejó con hermetismo por parte del gobierno de Javier Milei, que no emitió información oficial ni reclamó por el trato a los ciudadanos argentinos.
“No somos criminales”: el relato de los deportados
Uno de los expulsados, Mario Luciano Robles, de 25 años, contó que había sido detenido en Texas tras cruzar desde México. “No somos criminales, no matamos ni violamos, solo vamos por el sueño americano”, dijo el joven, que quedó separado de su esposa y su hijo.
Otro caso es el de Maximiliano García, quien residía en Estados Unidos desde 2001 con su familia y contaba con permiso de trabajo hasta 2030. Fue detenido en Miami cuando intentaba regularizar su situación migratoria y deportado por una orden pendiente de 2015. “Es notable el odio en cuanto al racismo del gobierno de Trump. Están partiendo familias a la mitad”, lamentó.
El silencio del Gobierno y la postura de la Embajada
La llegada de los deportados se produjo sin comunicación oficial del Ejecutivo argentino. Según trascendió, la Casa Rosada evitó hacer reclamos por la decisión estadounidense para no tensar la relación de Milei con Trump, con quien busca mantener un “buen vínculo”.
En tanto, el embajador argentino en Washington, Alejandro Oxenford, relativizó lo sucedido y justificó la potestad de Estados Unidos: “Argentina es de los países con menos casos de deportación. Puede haber delitos de todo tipo o que tengan que ver con la emigración. Es un tema que manejan ellos”.
Una avanzada que separa familias
La política migratoria impulsada por Trump en su regreso a la Casa Blanca endureció los controles y multiplicó las deportaciones. Los argentinos repatriados coincidieron en que fueron víctimas de un sistema que criminaliza a los migrantes y que, en muchos casos, desarma hogares.
Mientras tanto, en Ezeiza, familiares se reencontraron entre lágrimas con sus seres queridos, que deberán rehacer su vida en la Argentina tras haber sido expulsados en un vuelo que reflejó la dureza del nuevo clima político en Estados Unidos.
Fuente: Página 12.